viernes, 17 de junio de 2016

 


En los distintos foros que he compartido mis aprendizajes y logros, hay dos puntos en común:
Nada es para siempre
Todo cambia
Hablamos mucho de lideres, liderazgos pero realmente sabemos a quien llamamos lider?
Para saber qué hace un líder y cuales son sus atributos, hagamos un breve ejercicio. Piensa en alguien que se haya sido tu líder en algún momento de tu vida. Piensa en alguien a quien hayas seguido voluntariamente en algún momento, aunque haya sido por un breve espacio de tiempo: de seguro has tenido contacto con personas que has admirado y respetado como para entregarle tu confianza.
Si aún no te viene alguien a la mente, recuerda que no estás buscando a un héroe, sino a alguien común y cercano, que admiras y que te ha inspirado el deseo de acompañarlo, de seguirlo, de estar con él.
Hazte entonces esta pregunta: ¿Qué hizo, qué hacía o qué hace esa persona para que lo hayas elegido? En el día a día, ¿qué acciones concretas emprendía para que lo eligieses? ¿Qué valores o principios practicaba?
En mis talleres la gente suele responder: «es una persona apasionada, comprensiva, que sabe enseñar y valora las capacidades de los demás»; «es optimista, visionario y decidido»; «es una persona en la que se puede confiar»; «alguien que me hace sentir que soy importante y valioso» «alguien que me escucha y toma en cuenta mis ideas». Vistos de cerca, no son necesariamente rasgos propios de un héroe o de una criatura sobrenatural. Al contrario, es común encontrarlos en muchas personas.
Mas de una vez comento que niños desde su llegada a la educación inicial o maternal muestran signos de liderazgos ante sus compañeros y eso me lleva a preguntar si el líder nace o se hace?
Casi nunca escucho decir que eligieron a alguien porque era carismático, simpático, agradable, extrovertido, porque hablaba bonito o porque era alegre. Aunque algunas personas piensan que esos son atributos de los líderes, en realidad son rasgos de personas que gozan de popularidad, no de liderazgo.
Esa persona que escogiste, de seguro es alguien cercano, una persona discreta y cotidiana que también sufre y padece, sólo que ha impactado a otros a través de su modo de ser y de hacer las cosas, incluso en medio de la adversidad  y esto sin duda, es una de las cosas más importantes que hace un líder: impactar en la vida de otros.
Cuando identificamos a aquellos cuya influencia nos ha tocado desde siempre e identificamos las cualidades que los hacen extraordinarios, es que caemos en cuenta de una realidad incontrovertible: los líderes están por todos lados, vivimos rodeados de ellos. Silenciosos y serenos, humildes y poderosos, sencillos y profundos, van marcando nuestras vidas, sin proezas ni aspavientos, en la pequeña gran epopeya del día a día.
Partiendo de esas personas podemos empezar a recorrer el camino. Un buen comienzo podría ser imitar a nuestros líderes, pero es necesario escoger con qué quedarse, para practicarlo y vivirlo a fondo
Y si parafraseando a Nietzsche en su escrito Humano, Demasiado Humano:  ".... Es indefectible: cada maestro no tiene más que un alumno, y este alumno le llega a ser infiel, pues está predestinado a ser maestro también... " 
Todo LIDER, tendra mas de un alumno, y este le sera infiel si el, ejerce bien su liderazgo pues todos los que hoy te siguen estan  predestinados a ser lideres

sábado, 4 de junio de 2016

         Hay situaciones en la vida en las que “tocamos fondo” y no podemos salir: en esa profundidad está Dios. Y Dios nos conoce en esos bajos fondos.

Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis
pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. (Salmo 138)

La actitud más genuina del Dios de Jesús es salir a buscar lo que estaba perdido.

No estamos muy acostumbrados a estas cosas en en algunas religiones donde las actitudes predominantes han sido el predicar el castigo como elemento primario de alcanzar la Gracia del Padre.

Sin embargo el Dios del Maestro Jesús no se queda tan tranquilo ante nuestros hundimientos. Jesús demostró su obediencia al Padre al descender a los infiernos a pesar de su condición divina, es decir que bajo hasta las profundidades de la condición humana para demostrar el poder del amor y de la palabra predicada durante su vida.

Humanamente cuanto más íntimo es algo que se pierde o que perdemos, mayor es el sufrimiento. Cuando nos perdemos, sufrimos nosotros, sufren quienes conviven con nosotros; y sufre Dios. Por eso Dios sale disparado al encuentro de la oveja, del dracma, de su hijo perdido. 
La actitud cristiana es salir al encuentro, buscar, acoger al que está sufriendo, al que está perdido.
En los evangelios se muestra

El amor del padre que se dirige hacia el único hijo perdido, el hijo mayor está en casa (planteará otros problemas). El Padre prefiere perderse él a perder un hijo.
El buen pastor busca la oveja perdida, las otras 99 están en el redil. Prefiere arriesgar su vida para encontrar lo que estaba perdido.
Aquella mujer busca el dracma perdido fuera de la comunidad, los otros nueve está en comunidad.

         El sufrimiento del Padre por un hijo perdido expresa el valor y amor que siente por cada ser humano siente por cada uno. Un solo ser humano tiene un valor infinito para Dios.

         Por ello y sobre todo cuando en lo más profundo de nuestro interior, nos sentimos “lejos de casa”, perdidos, quizás “medio muertos”, precisamente en esas situaciones,


DIOS ESTÁ EN NUESTRA PROFUNDIDAD.
Solo quien confía en si mismo y cree a plenitud en la Gracia del Maestro Jesus, sera bendecido por la alegría de la FE aun mucho antes de conocer cual sera el resultado de su viaje